Si callas eres cómplice
Los hombres que ejercen la violencia física, la utilizan como una herramienta para exponer su fuerza y ratificar su autoridad. La violencia familiar se ha estado naturalizando durante años. El problema es cuando una mujer acepta la violencia como parte de su vida familiar, y al concebir hijos, está obligando a que estos se críen en la misma violencia o que esta aumente. Por ejemplo: un marido celoso que golpea con frecuencia a su pareja arbitrariamente con motivos infundados o sin motivo
alguno; golpeará a sus hijos por sentirse desplazado por ellos, sentirá celos de los niños que le quitan tiempo con su pareja. Es evidente que el hombre agresor desarrolle una notable dependencia emocional hacia su pareja, lo que trae como consecuencia que le resulte inaceptable su independencia, considerándola como una señal de abandono, cualquier actividad que ella realice la tomará como un desprecio, al no poder entender cómo es que la otra persona no está a su merced constantemente pendiente de él. Sentirá celos, por lo tanto, de su trabajo, de sus hijos, de sus amigas, etcétera.
El problema tiene sus raíces principalmente en la aceptación social, que aplaude los actos de la bofetada o el insulto justificado, estos simples hechos, que son tan cotidianos, son las bases fundamentales sobre las que descansan las paredes de la violencia. Aceptar estos fenómenos es el origen de futuros acontecimientos de violencia intrafamiliar.
Cuando la mujer acepta el aislamiento y los golpes desde el comienzo de la relación es muy improbable que pueda revertir dicha situación y es más que probable que esta empeore con el paso del tiempo. En el caso del hombre es aun peor, por un condicionamiento social, el 99% de las veces el hombre no denunciará la violencia de su pareja.
Los golpes o situaciones violentas se efectuarán en lapsos de tiempo cada vez más cortos, y los motivos serán cada vez más insólitos. La mujer comienza a sentirse indefensa, a asumir su posición y a someterse al violento hasta el punto de llegar a justificarlo, o a regañarse ella misma por haberlo hecho enojar. En cierto momento, si la mujer continúa en esa postura
y ya no hace nada de lo que podría hacer enfurecer a su pareja, este sin embargo hallará nuevas razones para golpearla. Un error catastrófico es asumir que los celos son sinónimos de amor, de preocupación; “si no te cela no te quiere”, “si no te posee no te ama”: patrañas.
La etapa “luna de miel”
En la mayoría de los casos de hombres golpeadores, luego de un acto de violencia hacia su
pareja pasan a lo que en psicología llamamos etapa “luna de miel”: lloran, se inclinan, piden
perdón, prometen no volver a hacerlo nunca más y desarrollan un papel de mártires, tan bien actuado,
que culminan por hacer sentir culpables a las mujeres y ellas hasta se disculpan con ellos.
Son expertos manipuladores y cuando esto ocurre la mujer cree que esa es la verdadera personalidad
de su pareja y que aquel que la golpeó minutos antes era una especie de demonio que invadió el
cuerpo de su marido para maltratarla. La mujer se ajusta a actuar por temor a la reacción del otro
y justifica a su agresor asumiendo que ella es la culpable de hacerlo enfadar. Los hombres
golpeadores casi siempre tienen problemas de desempleo; el aislamiento social,
las dificultades económicas, la intolerancia, el abuso en el consumo de alcohol son algunos
de los factores que aceleran el proceso que conduce a un hombre a maltratar a su compañera
permanente. La mayoría de las veces son hombres que en su casa veían como su padre maltrataba
a su madre, y se criaron en ese tipo de situaciones, o personas muy posesivas de sus afectos
hasta el punto de volver a las personas amadas un objeto de su propiedad, sin razonamientos
nomotéticos. Estos hombres creen que todas las decisiones en el hogar deben tomarlas ellos y
que nada mejor que la violencia o el uso de la fuerza para tener el control sobre su
compañera permanente.
La mayoría de estos hombres se enfrentan con la imposibilidad de
deshacerse totalmente de lo femenino que hay en ellos. Y por esto es que derivan en conductas
misóginas, porque en realidad lo que temen es encontrarse con su aparente parte homosexual.
Al dirigir su agresividad contra los homosexuales, el hombre machista exterioriza su propio
conflicto, su temor, haciéndolo más soportable para su vida psíquica, por eso su conducta
homofóbica, porque en realidad lo que más odia y teme es lo que hay dentro de él, porque
le da la posibilidad al machista de no reconocer una parte inaceptable de sí mismo.
Celos enfermizos
En cualquier relación humana en la cual dos personas se convierten en una el resultado siempre
serán dos medias personas, dijo Dyer.
En los celos existen tres personas: yo, la persona amada y un supuesto “otro”
causante de todos los problemas en la pareja. Este “otro” puede ser real o imaginario,
poco tiene que ver. El corolario de esta relación trípode es que acaba por alejar a la persona
hacia ese “otro” imaginario, que no es más que el espejo de las propias falencias
del celoso. La persona celosa elaborará un “otro” que justamente carezca de
sus mismos defectos, en su mente. Estos celos son enfermizos desde su concepción y nunca tienden
a disminuir, solo a incrementarse. Aunque, para terminar, toda relación por más violenta y
conflictiva que pueda ser o parecer, tiene salida, siempre y cuando exista la voluntad de
encontrarla.
Cualquier lugar es mejor a estar al lado de un hombre golpeador
Muy pocos son los casos en donde una mujer sola puede terminar con la violencia intrafamiliar
sin el alejamiento definitivo de su agresor. Por lo general, las veces en las que una ayuda externa
por parte de profesionales logra tener éxito se debe a una gran colaboración del agresor.
Para ninguna de las mujeres que han conseguido librarse de los maltratos separándose ha sido un
camino fácil. Han tenido que hacer frente a múltiples dificultades: el miedo, la desesperanza,
la culpa, la oposición de su pareja, las reacciones negativas de su familia política, la
preocupación por los hijos/as, la falta de ingresos económicos, el desconocimiento de los
trámites legales, la necesidad de un lugar en el que vivir, no haber encontrado el apoyo
que necesitaban de sus familiares o amistades, etc. Dificultades que pueden afectar a la
decisión de separarse y retrasar el paso definitivo. Incluso muchas mujeres no han conseguido
separarse en el primer intento, han vuelto a convivir con su pareja en varias ocasiones.
Algunas mujeres han preparado la separación poco a poco mientras esperaban el mejor momento
para dar el paso. Otras consiguieron separarse tras huir de un ataque violento de su pareja.
Al escapar y buscar refugio contactaron con personas que las derivaron a la policía, a algún
abogado o una persona que les asesoró y les ofreció protección.
De todas estas mujeres que han conseguido romper la convivencia con su pareja agresora,
algunas han denunciado a sus agresores y/o han tramitado la separación y el divorcio, otras
simplemente han dejado de convivir y no han realizado ningún trámite legal. De todas ellas,
las que han obtenido mayor protección son las que han contado con el asesoramiento de
profesionales especialistas en el tema de la Violencia de Género y los maltratos en la pareja.
Cómo dar este paso
Las mujeres que se han sentido más seguras durante su proceso de separación fueron las que se
asesoraron y buscaron información acerca de cuál podía ser la mejor opción para ellas en cuestiones
como la tramitación de denuncias, la separación y/o divorcio, la custodia de las hijas/os, la
petición de órdenes de protección, el reparto de bienes incluida la vivienda, la solicitud de
ayudas económicas para ellas y para sus hijos/as, etc.
A- La información y el asesoramiento más útil lo recibieron de profesionales especialistas en
Violencia de Género y Maltratos. Además, muchas de estas personas realizan esta labor gratuitamente
en asociaciones, fundaciones y la red pública de atención a la mujer maltratada.
B- Si buscas información o asesoramiento para separarte y todavía convives con tu pareja,
toma precauciones para que él no se entere de dónde has acudido hasta que estés lista para dar
el paso.
C- Nunca es tarde para buscar asesoramiento sobre tus derechos como víctima de Violencia de
Género. Incluso aunque ya no estés conviviendo con él.
Cómo mantener tu seguridad al poner en marcha tu plan de huida:
1) Cuando le comuniques tu decisión de separarte, evita decírselo a solas y en un sitio alejado
de otras personas.
2) Tu abogado/a puede comunicarle tu decisión de separarte si es que tú no quieres hacerlo por
tu seguridad.
3) Un abogado/a que tenga experiencia en casos con maltratos, podrá asesorarte mejor cuidando tu
seguridad y la de tus hijas/os.
4) Cuando comuniques tu decisión de separarte a tu pareja o cuando decidas marchar, intenta llevar
a tus hijos/as a un lugar que consideres seguro, con alguien en quien confíes.
5) Si te amenaza puedes denunciarlo a la policía. Siempre hay una posibilidad de que cumpla sus
amenazas. Recuerda que la LEY CASTIGA LOS MALTRATOS DE OBRA O DE PALABRA Y LA VIOLENCIA HABITUAL
DENTRO DE LA FAMILIA.
6) Si te agrede puedes denunciarlo a la policía y así, obtener una orden de protección (orden
de alejamiento, prohibición de comunicación, etc).
7) Una vez que no estén conviviendo juntos, si te pide que le dejes ver a vuestros hijos/as,
piensa que puede ser una oportunidad para que él intente verte a solas. Tampoco le dejes ver o
llevarse a tus hijas/os hasta que no se haya arreglado el tema legalmente.
8) Evita verle a solas durante los trámites de la separación.
9) Si le encuentras cerca del lugar donde te encuentras alojada y no tienes orden de alejamiento,
avisa a tu abogado/a o a la policía para ponerlo en conocimiento de alguien, no salgas sola hasta
saber cuáles son sus intenciones (nunca creas en las intenciones que él manifieste tener).
Plan de huida.
1º. Busca un sitio donde quedarte una vez que decidas marcharte. Un familiar o una amistad que
esté dispuesta a acogerte. En caso de que no tengas a nadie con quien contar o no tengas recursos
económicos suficientes, antes de nada debes dirigirte a cualquier centro de información a la mujer
maltratada de tu ciudad y solicitar información de cómo acceder a los servicios de urgencia, acogida
o pisos tutelados de tu Comunidad Autónoma
2º. Haz un inventario de todas las propiedades y de todos los objetos que haya en tu casa.
3º. Pídele a alguien de tu confianza que te vaya guardando en su casa los siguientes documentos
(a ser posible original y copia) y objetos:
4º. Haz un inventario de todas las propiedades y de todos los objetos que haya en tu casa.
5º. Vete a tu banco y abre una cuenta a tu nombre. Tienes derecho a la mitad del dinero que haya
en tus cuentas en el banco. Retíralo antes de que bloquee las cuentas.
6º. Dirígete al juzgado para comunicar tu nueva situación ante las autoridades judiciales. De esta
manera quedará constancia de tu salida de casa para resoluciones futuras que tome el/la juez/a.
7º. Si decides denunciar a tu pareja coge un papel y un lápiz y escribe todo lo que tenga
referencia a los malos tratos de tu pareja. Todo lo que recuerdes: fechas, lugares, informes
médicos…Todo tranquilamente. Así evitarás llegar a poner la denuncia y con los nervios olvidarte
de la mayoría de las cosas.
Después de que pones tu denuncia.
- 1º En el momento de denunciar se te asigna un/a abogado/a.
- 2º El presunto agresor es detenido para evitar que reincida en sus agresiones.
- 3º Recibes atención médica, psicológica y social.
- 4º La policía toma declaración al presunto agresor y a ti.
- 5º En las 72 horas siguientes debes declarar ante el juez/a.
- 6º El/la juez/a escucha los testimonios y estudia los informes policiales y médicos.
- 7º El/la magistrado/a dicta su sentencia.
Si el denunciado está de acuerdo con la sentencia se le rebajará un tercio de la pena. Es muy
posible que, si es la primera vez que le denuncias, no sea encarcelado. Pero, aunque no vaya a la
cárcel, se le pueden imponer medidas para que no se acerque a ti como es una orden de alejamiento
o una Orden de Protección. Si el denunciado no está de acuerdo con la sentencia, el caso se juzgará
por lo penal y dependiendo de la saturación de los juzgados se verá en el plazo aproximado de un mes.
Durante este tiempo el presunto agresor estará en la calle. Si el juez/a ve indicios de peligro para
ti, puede tomar medidas de alejamiento, Orden de Protección, uso de la vivienda… que se cumplirán por
el presunto agresor hasta que salga la sentencia definitiva. Una vez puesta la denuncia, si crees que
tu integridad física corre peligro, debes solicitar una Orden de Protección en la que (siempre que el
Juez/a de Guardia lo estime procedente y vea indicios fundados de que se ha cometido un delito o
falta contra la vida, integridad física o moral, libertad sexual, libertad o seguridad de una mujer
por parte de un hombre que sea o haya sido su cónyuge o que esté o haya estado ligado a ella por
relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia) puede mandar que se adopten las medidas
cautelares legalmente previstas como pueden ser la prisión provisional, la orden de alejamiento,
retirada de armas.El plazo máximo para que se resuelvan estas medidas en una Orden de Protección
es de 72 horas. Además muchas veces te pedirán que tengas esta orden de protección para poder
acceder a algunos de los mecanismos de asistencia y protección social que se establecen a favor
de las mujeres víctimas de violencia de género por el Estado, las Comunidades Autónomas y las
Corporaciones Locales.
Las medidas que se pueden llegar a adoptar en la Orden de Protección
son de dos tipos:
-Medidas civiles:
- la atribución del uso y disfrute de la vivienda familiar
- la determinación del régimen de custodia, visitas, comunicación y estancia con los hijos
- el régimen de prestación de alimentos
- cualquier disposición que se considere oportuna a fin de apartar al menor de un peligro
o de evitarle perjuicios.
-Medidas penales:
- Privativas de libertad (prisión provisional).
- Prohibición de aproximación.
- Prohibición de residencia.
- Prohibición de comunicación.
- Retirada de armas u otros objetos peligrosos.
¿Quién puede realizar la denuncia?
La víctima, las personas integrantes del grupo familiar de la víctima y cualquier persona que
haya tomado conocimiento de los hechos de violencia.
¿Dónde se puede realizar?
Las denuncias de violencia familiar pueden ser realizadas tanto en Comisarías de la Mujer y la
Familia, como en el resto de las comisarías de seguridad. El personal policial tiene la obligación
en todos los casos de recepcionar la denuncia. En casos denunciar hechos que constituyan un delito,
como lesiones o amenazas, se pueden efectuar también en las Fiscalías y Juzgados de garantías de
turno.
¿Qué tipo de atención se ofrece en las Comisarías de la Mujer y la
Familia?
Las Comisarías de la Mujer y la Familia cuentan con personal policial especializado para la recepción de denuncias. Ofrecen atención las 24 horas. Asimismo, cuentan con equipos interdisciplinarios integrados por psicólogos/as, asistentes sociales y abogados/as capacitados/as
para brindar a las víctimas de violencia familiar y abuso sexual un espacio de orientación, contención y asesoramiento. Las Oficinas de Atención a las Víctimas de Violencia de Género cuentan también con personal policial capacitado para la recepción de denuncias. Funcionan en dependencias policiales u otros edificios públicos. Estas Oficinas se encargan de articular la
contención y asesoramiento de las víctimas con el equipo interdisciplinario de la Comisaría de la Mujer y la Familia más cercana y los servicios locales de atención.
¿Cómo se realiza la denuncia?
La denuncia puede ser en forma verbal o escrita, relatando en forma clara cómo acontecieron los hechos. No es necesario asistir con abogados.
¿Qué medidas se pueden solicitar?
Al momento de realizar la denuncia se pueden solicitar algunas de las siguientes medidas de protección:
- Exclusión de la vivienda del agresor.
- Prohibición de acceso del agresor al domicilio, lugares de trabajo, estudio o
esparcimiento de la víctima, y fijación de un perímetro de exclusión. - Reintegro de la víctima a su domicilio, previa exclusión del agresor.
- Restitución de los efectos personales de la víctima.
- Fijación provisoria de cuota alimentaria y tenencia.